Simplemente Rock año 1988 - Genético, BM 51, La Guardia Civil, Estrellas y Gusanos, Manzana, Victor Rapetti, Clips, Vía Taxi e Interfasse









Jueves 1 de diciembre de 1988 - Suplemento CHE – año 3
Simplemente Rock

Diez horas de rock, durante do noches, con 14 bandas, suena a mostruosidad. Y así fue nomás el “Simplemente Rock” que se desarrolló en el Teatro Municipal el viernes y el sábado, con el auspicio de la Subsecretaría de Cultura y el suple. Con una correcta organización, buena escenografía, aceptable sonido y juego de luces y ningún tipo de incidentes, la única mala onda lo constituyó la escasa asistencia de público, para nada acorde con las dimensiones del festival. Para los que no fueron les brindamos esta amplia cobertura, cosa que no les falte argumentos para arrepentirse.

“Esto es rock, loco. Esto se llama sim-ple-men-te rock” gritó como un desatado repetidas veces un improvisado locutor. Y no quedaron dudas de que durante el viernes y el sábado nos llenamos de esa música potente y delirante capáz de intoxicarnos las neuronas de buenas ondas.
El arranque del superfestival, apenas unos minutos más tarde de lo estipulado estuvo a cargo de “BM 51”, cuando aún faltaban ingresar locos al teatro y la mitad se estaba acomodando.
Esta banda encargada de romper el hielo sonó fuerte (demasiado para nuestros oídos) y mostró cierta originalidad como la interpretación de algunos temas más en inglés, pero el balance no puede calificarse positivo. De todas maneras, no debe soslayarse en su haber que debido a la imposibilidad de ensayar previamente el sonido, el loco Bianchi usó como “conejitos” para ajustar los decibeles. Habrá que esperar nuevas actuaciones de este grupo para emitir un juicio más concluyente.
“Necesito un lugar” dijo La Guardia Civil apenas subió a la tablas, y se lo ganó. Con un rock pesado bien trabajado (a pesar de ser apenas su segunda presentación) Martín Guezuraga (teclado y voz), Gabriel Cabrera (guitarra), Gabriel Fontanilla (bajo) y Juan Pablo Zurita (batería) a partir de una base de bata con un correcto ensamble en teclado, esta joven formación ofreció una propuesta sólida y se ganó las primeras palmas del público. Particularmente creemos que les faltó variar el ritmo de los temas, puesto que por momentos sonaron monocordes y sin brillo, aunque seguramente tendrán tiempo para la autocrítica y para efectuar ese y otros arreglos. El crédito lo tienen abierto. Sobra materia prima para hacer algo más personal y quizá menos denso.
Y llegó el primer grito fuerte de la noche: “Estrellas y Gusanos”, y con ellos el delirio total. Riqueza sonora, potencia, buen ritmo, brillo, se combinaron en una actuación sencillamente genial. Pero en tren de elogios, evidentemente el comentario debe dirigirse hacia otros carriles extramusicales, los cuales -en este caso- se suman a lo anterior. Los estrellas exhibieron una saludable intención de hacer algo distinto, huyendo a los estereotipos y demostrando una ideología propia. Con letras de neto corte social, más característica de los orígenes del rock (contestatarias, violentas, rebeldes, pero en serio) que de lo predominante en la actualidad, la banda presentó un gran equilibrio en todas sus líneas y surge como la promesa más firme del espectro local.
La radiografía esquemática de los Gusanos muestra la notable capacidad del batero Marcelo Frankel, la frescura de Leo Fagiano en teclados, el talento de Mariano Villegas en guitarra con el corecto acople de Gustavo Vélez en bajo y un vocalista delirante y con estilo propio: Walter Duarte, quien por momentos revivió el angel de Luca Prodan lo que no es poco... En síntesis, una formación destinada a trascender.
Recreo. 15 minutos para estirar el corpus y despejar la mente antes de concentrarnos en el primer extranjero de la noche: los berrotarenses de “Manzana”, pioneros del rock de esa localidad. Pantana (teclados y voz), Topazo (bata), Paulucci (percusión), Guillermo Gómez (primera guitarra), Chuno Ordoñez (segunda guitarra) y Marcelo Alvarez (bajo) brindaron un excelente recital y se ganaron una cerrada ovación de los/las monos/as que abarrotaron el teatro. La banda sonó ajustada , rítmica y se entregó por el show, haciendo algunos hits inolvidables como el “Rutas Argentinas” de Spinetta, que fue coreado por los presentes y bailado por los menos inhibidos. “Quiero que me den las fuerzas para hacer un rock”, repitió en el estribillo de cierre su vocalista, y por lo visto a Manzana le sobra energía para conseguirlo.
Y aunque se había corrido la bola que no se presentaría, imprevistamente hizo su aparición Victor Rapetti con una banda improvisada. El periodista-locutor-cantante ofreció una agradable versión de “Mariposa libre” del mudo Sting, hizo un tema propio y luego se despachó con dos temazos: uno de Fito Páez y otro de Nito Mestre, que sonaron a merecido homenaje a dos rockeros de alma. En este grupo remendado por Frankel en batería, Miguel García en teclados y Chiche Chavero en bajo, se destacó por lejos la guitarra del manco Gabriel Radaelli, un poco perdido tras la virtual disolución de los Analgésicos.
La maratón musical prosiguió con Clips, enrolado también en los rock pesado. Con un sonido prolijo y bien armado, los dos Cruciani en guitarras y voz, Gonzalo Sallent en bajo y coros, Alejandro Muller en teclados y Bullich en bata consiguieron una buena respuesta del público y debieron hacer un bis “Empecemos a luchar” suerte de himno por la paz. El grupo sonó compacto y le sobró potencia, tanto que las letras quedaron casi en segundo plano.
A esa altura, el viernes dejaba de serlo y cierto cansancio se apoderaba de los presentes. Los locos que se fueron se perdieron la actuación de una de las mejores bandas pop que circulan por estas geografías: Interfasse. El trio compuesto por Carlos Boccolini en guitarra y voz, Marcelo Pagliasso en bajo y coros y Anibal Carnicer en batería, aportó frescura y calidez, acertados arreglos de guitarra, además de interesantes cambios de rítmo. El secreto de los “Soda” riocuartenses es la simpleza, llena de matices y originalidad. Un pop pulido, bien trabajado y sin estridencias.
Y no había tiempo para mucho más. La formula de hambre + sueño había conseguido que la mitad de los presentes se fugara. Ese debería haber sido el cierre. Pero no, subió a escena el segundo grupo extranjero de la noche: Terapia Extensiva, oriundos de Río Tercero. Con algunos desajustes (quizás porque les faltó el tecladista), los locos hicieron algunos temas propios e intentaron copar a los pocos valientes que aún permanecían en el recinto. Lo consiguieron en parte, pero no nos animamos a a extendernos en la crítica pesto que varios factores conspiraron en su contra.

El sábado

y tras la extenuante maraton del viernes, después de cinco horas de rock, el sábado a las 21 se dio la orden de largada para que Vía Taxi picara en punta.
Con una bata potente más el acople de viola, esta flamante banda demostró una buena actuación. Tras un comienzo algo nervioso -lógico, además- de a poco se soltaron y mostraron un sonido interesante, especialmente cuand interpretaron un reggae y un lento, y tuvieron muy buena recepción.
El siguiente examen estuvo a cargo de Genético, que imprimió a su actuación un rítmo demoledor a partir de la potencia de Marcelo Salinas en la batería, el aporte de Tite Quiroz en bajo y los escurridizos arreglos en teclados de Angie Cánepa, además de toda la fuerza de Fabián Quiróz en guitarra y voz.
Tras arrancar con un instrumental potente y ajustado, Genético expuso un arsenal de rock pesado y demostró importantes progresos en los últimos meses. Para destacar dos temas, “Llegando a tiempo” y “Veredicto de la vida”. En contra habría que mencionar algo ya apuntado para otras bandas: la magia de la música por sobre las letras en algunos temas, especialente cuando cantó Angélica apenas se escucharon sus palabras ininteligibles. Cuidando este detalle la banda puede dar mucho más que lo demostrado el sábado.
De todos modos, lo apuntado no hizo ni puede empañar un recital frenético, que ubica a este grupo en el lugar de la banda a la que mayor futuro le auguramos...

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